¿Qué es el calicivirus felino y cómo se puede tratar?

El calicivirus felino es una de las enfermedades infecciosas más comunes en gatos. Por desgracia, no tiene un tratamiento específico.
¿Qué es el calicivirus felino y cómo se puede tratar?
Ana Díaz Maqueda

Escrito y verificado por la bióloga Ana Díaz Maqueda.

Última actualización: 02 agosto, 2022

El calicivirus felino es una enfermedad que afecta a las vías respiratorias superiores de los gatos domésticos y otras especies de felinos silvestres. En gatos, se presenta en forma de rinotraqueitis, rinitis, conjuntivitis y úlceras bucales. Junto al herpesvirus, es una de las enfermedades infecciosas más comunes en todos los félidos alrededor del mundo.

El virus del calicivirus felinos —también llamado CVF— es altamente contagioso. Puede transmitirse de manera directa entre un gato sano y otro contagiado, así como a través de objetos contagiados. A continuación, pasamos a responder algunas de las cuestiones que más se hacen los tutores de gatos frente a esta patología.

¿Qué es el calicivirus felino?

En primer lugar, es esencial destacar que el calicivirus felino es un virus de la familia Caliciviridae. Este tipo de agentes biológicos patógenos se ha encontrado en la mayoría de animales domésticos —y también en silvestres—. Su genoma está compuesto por una cadena de ARN simple. 

A pesar de ser un virus común, no ha podido ser aislado ni utilizado en modelos animales, por lo que su genoma completo es, hoy en día, desconocido. No obstante, gracias a los avances en biología molecular y en bioinformática, cada vez la ciencia está más cerca de poder secuenciarlo.

De esta forma, algún día quizá este patógeno pueda ser combatido de una manera más eficaz de la que se dispone en la actualidad.

Un ejemplo del calicivirus fenino.

¿Cómo se transmite el virus entre los gatos domésticos?

Los gatos positivos en calicivirus eliminan el microorganismo a través de las secreciones nasales, lágrimas o saliva. Algunos estudios sugieren que pueden transmitirse también a través de las h e ces , pero no se considera una fuente de contagio importante.

Los gatos pueden contagiarse a través de objetos infectados, como un comedero con restos de saliva. El virus puede llegar a vivir hasta una semana sobre la superficie si no se aplica ningún tipo de desinfectante y el ambiente es adecuado. Además, las personas también pueden ser un foco de contacto, si tocan a un gato infectado y después a uno sano.

¿Qué felinos son más susceptibles de padecer la enfermedad?

Todos los gatos son susceptibles a contagiarse, aunque aquellos no vacunados con la vacuna triple felina (CVF) tienen una mayor probabilidad, sobre todo frente a contactos esporádicos. Además, los ejemplares que tengan su sistema inmune debilitado o inmaduro se encuentran predispuestos a esta patología, así que se debe ser cuidadoso con estos casos.

En general, los gatos de edad avanzada, los felinos inmunodeprimidos y los neonatos tienen una mayor probabilidad de contagiarse. Sin embargo, las crías son las más susceptibles a desarrollar una enfermedad grave tras el contagio.

Los gatos adultos no vacunados pueden contagiarse pero, en principio, la enfermedad no será tan grave.

¿Cuánto tiempo dura la infección?

Cuando un gato entre en contacto con el virus, ya sea a través de otro gato, objetos o personas, pasará por un periodo de incubación que durará entre 2 y 6 días. Durante este momento, los felinos infectados no son contagiosos. 

Tras el periodo de incubación, aparecerán los signos clínicos, que pueden ser más o menos graves. Las evidencias de la infección pueden aparecer en el gato entre los 14 y 21 días. Además, mientras tenga signos clínicos, el félido será altamente contagioso para otros gatos. La expulsión del virus por los canales citados dura de 2 a 3 semanas.

A pesar de que el animal se recupere de la enfermedad —o aparentemente se haya recuperado—, más de la mitad de los gatos quedan en un estado de portadores. En algunos casos, este estado dura solo unos meses, pero en ciertos cuadros contados, la infección puede prolongarse durante toda la vida del animal.

Así, mientras el gato sea portador, no solo podrá contagiar a otros gatos y animales, sino que también experimentará brotes sintomáticos de la enfermedad si su sistema inmune se debilita, por la razón que sea.

Signos clínicos

Los signos clínicos del calicivirus felino pueden ir desde leves a muy graves, sobre todo en crías de corta edad. Por otro lado, la etiología también dependerá de la cantidad de virus a la que el gato ha estado expuesto cuando se contagió. También cabe destacar que la carga viral es un dato importante para saber cómo se desarrollará la enfermedad.

En general, los signos más comunes son aquellos que se asemejan a un resfriado. De entre todos, destacamos los siguientes signos clínicos:

  • Estornudos.
  • Congestión nasal.
  • Fiebre.
  • Secreciones nasales.
  • Babeo.

Tras estos signos, pueden aparecer otros, que comienzan a complicar el cuadro clínico del gato. Entre todos ellos, destacamos los siguientes:

  • Conjuntivitis y secreciones oculares.
  • Letargo y apatía.
  • Cojera por una artritis aguda.
  • Falta de apetito o anorexia, que en gatos puede desembocar en una lipidosis hepática.
  • Inflamación de la mucosa que recubre la boca y la lengua.
  • Úlceras bucales.

Durante el transcurso de la enfermedad, pueden aparecer también infecciones por bacterias oportunistas y otras enfermedades secundarias, como una neumonía. La falta de apetito hace que los gatos pierdan mucho peso. Además, en gatas gestantes, estos signos clínicos pueden provocar un aborto.

Diagnóstico

El diagnóstico de esta enfermedad suele ser bastante sencillo, pues los síntomas son inconfundibles y muy perceptibles. A pesar de esto, los veterinarios también realizan un examen físico completo y química sanguínea. De esta forma, confirman la presencia de la infección y la gravedad de los síntomas.

Tratamiento del calicivirus felino

Hoy en día no existe ningún fármaco que combata el calicivirus felino. Por fortuna, la mayoría de los gatos que se contagian con el virus pueden ser tratados en casa de forma sintomática, es decir, solo se intentan paliar los signos clínicos. Mientras tanto, el sistema inmune del gato lucha contra la infección, la cual dura un aproximado de 4 semanas.

El tratamiento en casa consiste en mantener siempre limpios los ojos y la nariz del animal. Para ello, pueden usarse soluciones salinas que mantengan algo más despejados los conductos. Del mismo modo, es posible utilizar medicamentos que disuelven los mocos, para que el gato pueda respirar mejor.

Además, el uso de antiinflamatorios no esteroideos está indicado en aquellos casos en los que el animal tenga fiebre o las vías respiratorias superiores inflamadas. También, para combatir las posibles infecciones bacterianas oportunistas que puedan aparecer, se administra por la vía oral un antibiótico de amplio espectro, que actúa en la boca del gato.

Si el felino empeora, deberá ser hospitalizado. En la clínica recibirá fluidoterapia para evitar la deshidratación. Incluso, en algunos casos, puede requerirse la aplicación de una sonda nasogástrica, con el fin de que el gato ingiera algún tipo de alimento.

Gatos portadores

Una vez que el gato se ha recuperado, existe una probabilidad de que se vuelva portador de la enfermedad. Esto significa que en el futuro puede volverse un foco de contagio para otros gatos, a pesar de que él mismo no presente ningún síntoma visible de la patología.

Los portadores son contagiosos por unos cuantos meses posteriores a su recuperación. No obstante, ciertos casos incluso pueden serlo durante varios años. Por esta razón, se debe llevar un riguroso control veterinario para evitar contagiar a otras mascotas.

Ser el mejor amigo de tu gato no es difícil.

Prevención

La mejor forma de prevenir la gripe felina es por medio de la vacunación. Como se mencionaba, la vacuna triple provee a los gatos de una gran resistencia frente a este virus, por lo que es poco probable que se contagien. Es más, incluso si en el peor de los casos se enferman, reduce la gravedad de los síntomas y aumenta la velocidad de recuperación.

Por lo común, la primera dosis de la vacuna triple felina se recibe a las 12 semanas de edad, pero se necesita un refuerzo a las 4 semanas y posterior a ello de manera anual. Esto no garantiza que tu felino evite los contagios, por lo que también es recomendable que se le resguarde en casa durante los primeros 5 o 6 meses de vida.

El calicivirus felino no es una infección poco preocupante. Aunque muchos gatos la superan sin dificultad, otros tantos quedan como portadores de por vida y otros mueren en el transcurso de la enfermedad.

Por esta razón, es crucial la vacunación anual de los gatos, salgan o no de casa o puedan estar más o menos expuestos al virus. Las vacunas son la única alternativa real para luchar contra muchas enfermedades, ya sean felinas o humanas.


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