Historia de Laika, la primera perra astronauta

Historia de Laika, la primera perra astronauta

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 08 febrero, 2022

Hoy toca hacer un poco de historia. Te contamos la vida de una de las mascotas más famosas de todos los tiempos, que ha protagonizado libros, películas y hasta canciones. Nos estamos refiriendo a Laika, la primera perra astronauta.

Hagamos un poco de historia

Corría el año 1957, era el 3 de noviembre y la nave soviética Sputnik 2 iba a ser puesta en órbita. Todavía se saboreaba el éxito de la misión anterior, el Sputnik 1, que había logrado lanzar el primer satélite artificial alrededor de la Tierra.

Eran tiempos en los que se vivía una auténtica carrera espacial, en la cual las dos potencias del momento, Estados Unidos y la Unión Soviética trataban de liderar la conquista del espacio.

El siguiente paso fundamental era conseguir que los seres humanos tripularan las naves espaciales. Pero antes había que enviar otra clase de seres vivos para conocer los efectos que este tipo de viajes iban a provocar sobre las personas. De hecho, los científicos se mostraban convencidos de que era difícil conseguir que sobrevivieran.

Para conocer más a fondo el asunto decidieron experimentar con Laika, que por aquel entonces contaba con 3 años.

Quién era Laika

Northern Inuit lobo

Laika era un perrita que no había tenido mucha suerte en la vida. Su nombre significa “que ladra” y nació en las calles de Moscú en el año 1957, aunque este nombre lo adquirió posteriormente ya que en un principio fue llamada Kudryavka (“pequeña de pelo rizado”).

Fue reclutada por el Programa Espacial Soviético en 1957 y pesaba en aquel tiempo 6 kilos. Junto con otras dos perras, Albina y Mushka, fue llevada a un centro de entrenamiento.

La preparación de Laika

Las tres perras recibieron una dura formación. Tenían que vivir en una zona reducida en el interior de una cápsula, donde eran expuestas a tremendas vibraciones, a ruidos difíciles de soportar y a movimientos que imitaban el despegue de una aeronave.

Percibían cómo de esta manera tanto su pulso como su presión sanguínea se duplicaba. Además, cada vez se les confinaba en espacios más reducidos, incluso durante veinte días seguidos. Todo ello provocó que surgieran movimientos en defensa de aquel animal.

Cuando dieron por finalizado el entretenimiento cada una de las mascotas tenía un destino. Albina fue lanzada dos veces en un cohete para conocer su resistencia a las alturas y a Mushka se la empleó en la prueba de instrumentación y equipos de soporte vital. Para Laika el destino era el peor: sería puesta en órbita.

Laika y su viaje al espacio

El 31 de octubre de 1957 Laika fue introducida en el Sputnik 2. En los momentos previos al despegue el pelo del animal fue limpiado con etanol y le colocaron sensores a lo largo de su cuerpo para controlar sus reacciones. Después comenzó el viaje.

Las constantes vitales de Laika nada más producirse el despegue sufrieron grandes variaciones. Su respiración aumentó en gran manera y su frecuencia cardíaca era más del doble.

Un fallo técnico hizo que el sistema del control de temperatura se estropeara y que se alcanzara en el interior de la nave los 40 grados centígrados.

Esto conllevó a que las pulsaciones de Laika descendieran a un ritmo muy inferior al conseguido en los ensayos, lo que para los expertos mostraba que estaba viviendo una situación de gran estrés. Pero, a pesar de ello, la perra se alimentaba con una cierta normalidad.

Sin embargo, a las 7 horas del despegue las constantes vitales de Laika se pararon para siempre. Había muerto. La nave continúo orbitando durante 163 y explotó al entrar en contacto con la atmósfera el 14 de abril de 1958.

La versión oficial del viaje de Laika

lobo

El gran público se había creido la historia que las autoridades habían contado. Que Laika estaba tranquila en el espacio y que iba a descender a la Tierra en paracaídas, pero esto nunca ocurrió. Durante mucho tiempo se especuló acerca de este tema, pero no se conoció la verdad hasta mucho después, hasta 2002.

En ese año uno de los científicos que había participado en el experimento comunicó que Laika había muerto solo unas horas después del despegue debido al estrés y a las altas temperaturas.

Sin embargo su muerte no fue en vano, ya que consiguió que ningún animal fuera enviado al espacio si no se estaba seguro de que pudiera regresar. Laika se ha convertido desde entonces en todo un símbolo en pro de la defensa de los animales.


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