¿Pueden los animales ser adictos a sustancias?

Los animales, al igual que nosotros, pueden volverse a adictos a sustancias. Ya sean creadas por el humano o en su entorno natural, aquí podrás conocer los casos más famosos de este fenómeno.
¿Pueden los animales ser adictos a sustancias?
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 05 noviembre, 2021

Los humanos tendemos a pensar que solo nosotros tenemos el impulso de consumir sustancias que alteran el sistema nervioso. No obstante, los animales también pueden ser adictos a estos químicos, pues los mecanismos cerebrales afectados son similares en muchas especies (incluida la nuestra).

Ya sea por propia voluntad o por la acción del hombre, muchas especies consumen compuestos que alteran su comportamiento. Si quieres conocerlas, aquí tienes los ejemplos más curiosos documentados hasta la fecha. No te lo pierdas.

Modelos animales de la adicción

La investigación sobre el funcionamiento y los efectos de las drogas en el ser humano ha sido realizada principalmente con animales de laboratorio como ratas, cerdos y peces (también primates en otros tiempos). Aunque el objetivo era buscar el beneficio del hombre, estos experimentos han permitido explorar los mecanismos cerebrales de la adicción.

El proceso neurológico que hay detrás de una adicción es similar entre humanos y no humanos: la dopamina y el sistema límbico son los principales responsables que regulan los circuitos de recompensa en el cerebro. Estas vías nerviosas tienen una función clara, que es impulsar a repetir aquellos comportamientos que producen placer de forma sostenida.

En la mayoría de experimentos, los animales dan muestras de preferir alimentos con sustancias adictivas o las buscan activamente, además de mostrar signos de abstinencia cuando no las reciben.

En el caso concreto de las sustancias químicas, estas inducen la activación o la inhibición de los receptores neuronales correspondientes, creando una respuesta condicionada y no natural de seguir consumiendo el compuesto químico. La estructura cerebral y el funcionamiento fisiológico también cambiarán a largo plazo con el consumo de la droga en cuestión.

Por desgracia, el cerebro se “acostumbra” a esos picos de actividad inducidos por la sustancia, de ahí que se cree una dependencia tanto física como emocional. Como podrás imaginar, esto también sucede en animales de laboratorio que son expuestos a drogas.

Un ratón de laboratorio.

¿Pueden los animales salvajes ser adictos a sustancias?

En la naturaleza también existen casos de animales que son adictos a sustancias. No obstante, no se trata de adicciones en el sentido que le damos los humanos (en el que la vida de una persona se ve deteriorada por el uso de la droga), sino más bien de un consumo recurrente por los efectos placenteros derivados.

Seguro que te preguntas “¿qué animales pueden volverse adictos a sustancias? ¿Cómo distinguen entre algo que les enferma y que les produce un high?”. Aquí tienes algunos ejemplos conocidos para saciar tu curiosidad:

  • Reno americano (Rangifer tarandus): estos cérvidos sienten cierta atracción por los hongos alucinógenos (Amanita muscaria). Los testigos afirman que, después de consumirlos, los renos corren y saltan de forma errática, emiten ruidos extraños y agitan la cabeza.
  • Elefante (Loxodonta africana): los paquidermos buscan activamente el árbol de la marula (Sclerocarya birrea), cuyos frutos tienen un sabor dulce. Cuando estas frutas maduran demasiado, fermentan creando etanol. Los elefantes se comportaban de forma errática después de comérselas, pues tienen problemas para metabolizar este alcohol.
  • Gato doméstico (Felis silvestris catus): la historia de los felinos con la gatera (Nepeta cataria) es bien conocida. Esta hierba produce efectos que van desde la hiperactividad y la angustia hasta la somnolencia y el babeo. Los grandes felinos también muestran predilección por este vegetal.
  • Delfines (familia Delphinidae): en 1995, después de observar a un grupo de delfines acosando a un pez globo hinchado, la bióloga Lisa Steiner formuló la hipótesis de que estos cetáceos se estaban intoxicando con la tetrodotoxina que segregaba el pez de forma activa. Esto está por confirmar, pues tampoco se descarta que la intoxicación fuera un accidente derivado de jugar con el pez.
  • Ualabíes (familia Macropodidae): los productores de amapola de la isla de Tasmania (Australia), informan de que los ualabíes entran en sus cultivos a comerse las plantas, las cuales cultivan como materia prima para la producción de analgésicos. Después de comer amapolas, los marsupiales corren en círculos hasta perder el sentido.
  • Moscas (Drosophila melanogaster): este es un caso realmente curioso. Según un estudio realizado en el año 2012, las moscas macho privadas de apareamiento tienden a buscar el consumo de etanol. Parece ser que el acto de aparearse y el efecto del alcohol comparten vías de los sistemas de recompensa cerebral, por lo que las moscas en celibato buscan el alivio artificial mediante esta sustancia.

La búsqueda del placer y experiencias nuevas no es exclusiva del ser humano, como puedes ver. No obstante, conviene ser cauto a la hora de humanizar el comportamiento de los animales, pues la observación directa puede llevar a engaño (como en el caso de los delfines y el pez globo). Al final el significado de toda conducta depende de quién la interpreta.

Impacto humano en las adicciones animales

Existen otras situaciones en las que los animales no eligen consumir sustancias, sino que es el hombre el que contamina su medio con ellas. Para que te hagas una idea de cómo ocurre esto, un estudio publicado en la revista Journal of Experimental Biology dio a conocer que las metanfetaminas que vierten las plantas químicas en los ríos habían vuelto adictos a los peces que las habitaban.

Las plantas de aguas residuales no pueden eliminar la mayoría de drogas ilícitas y medicamentos vertidos desde los hogares, afectando a las especies autóctonas.

También se han descrito casos de peces que cambian de sexo en aguas contaminadas con medicamentos anticonceptivos. Otro suceso documentado es la aparición de variaciones de comportamiento en la fauna acuática en cuyo medio se han vertido restos disueltos de antidepresivos.

Los peces son adictos a la metanfetamina de los ríos.

Como ves, el hecho de que los animales también puedan ser adictos a sustancias químicas es un arma de doble filo. Por un lado este comportamiento resulta curioso de observar y sirve como modelo para investigar las adicciones del humano. En un prisma más negativo, todo esto nos recuerda la necesidad de reevaluar el impacto que tenemos sobre nuestros compañeros de planeta.


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