Los sin techo y los perros: una mascota que salva vidas

Los perros pueden ser el motor vital de las personas sin techo. Aquí te mostramos un estudio que corrobora esta idea y otras muchas.
Los sin techo y los perros: una mascota que salva vidas

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 21 mayo, 2020

Por desgracia, ver a personas sin hogar en la calle no es un hecho sorprendente. Cada día, entre el estrés del trabajo, obligaciones y pensamientos individuales, los sin techo pasan desapercibidos como un elemento más del medio urbano. Es algo que tenemos que reconocer: el ser humano es, por naturaleza, egoísta.

En la gran mayoría de los casos, si nos paráramos a escuchar las historias de estas personas empatizaríamos con ellas, dándoles esa sensación de cercanía que tanto requieren. Es la falta de tiempo y de humanidad el mayor enemigo de los aislados socialmente. Aún así, no todo está perdido para ellos: en muchos casos, la presencia de un perro en su vidas les previene de una falta de afecto total.

El sinhogarismo

Antes de comenzar a diseccionar la relación entre perro-tutor en este caso excepcional, es conveniente delimitar el término que nos atañe.

El sinhogarismo se define como un fenómeno social en el que ciertas personas carecen de un lugar permanente para residir y se ven obligadas a vivir a la intemperie, ya sea en la calle o en albergues. Normalmente, esto sucede a causa de una ruptura encadenada, brusca y traumática de sus lazos familiares y sociales. Factores de riesgo de exclusión social o adicciones pueden promover este estado. 

El perfil típico de sin techo es el de un hombre adulto soltero. En occidente, el 80 % de los sin hogar cumplen estos requisitos.

El sinhogarismo puede ser producto de una sucesión de malas decisiones, o algo completamente fortuito. Es importante no juzgar la situación individual sin antes conocerla. Ahora, introduzcámonos de lleno en los beneficios de un can en la dura vida de estas personas.

Un sin techo con dos perros.

Sintechismo y perros

Para analizar esta relación compleja hemos decidido basarnos en un estudio relativamente reciente publicado en un portal científico de renombre.

  • En este experimento, se eligió a una muestra aleatoria de 51 personas sin techo tutoras o no de uno o más perros, en Reino Unido.
  • Se les realizó un cuestionario que abordaba temas tales como empatía animal, relación con mascotas, uso de drogas, violencia, y crimen entre otros.
  • Se realizó esta encuesta también a 90 personas del público general que no se encontraban en una situación de sintechismo.

Los resultados son, cuanto menos, sorprendentes.

  • Una escala objetiva de vínculos emocionales a las mascotas mostró que los sin techo estaban más apegados a sus perros que las personas de público general.
  • También se mostró que las personas sin hogar mostraban más empatía hacia los animales que el público general.
  • El 75 % de los hombres con hábitos callejeros pensaban que tener un perro fomentaba el acercamiento a otros seres humanos.
  • En otros estudios se ha demostrado que las personas con perros son menos susceptibles a la drogadicción. En este estudio no se ha podido probar esta idea, si bien los resultados obtenidos no fueron estadísticamente significativos en lo que a este tema se refiere.

La simbiosis entre los perros y los tutores es algo más que conocido, pero pocas veces se ha discutido esta interacción en grupos de riesgo de exclusión social, como es este caso.

Un perro solo

Un amigo en soledad

Como hemos visto en los datos previamente expuestos, los beneficios de la compañía de un perro en una persona sin techo son incontables. Aquí te citamos algunos:

  • Los perros son capaces de entender las emociones de sus tutores. Esto les permite obtener empatía o sentirse escuchados y valorados, en un mundo en el que el resto de personas no están dispuestas a ello.
  •  Una mascota siempre es un atractivo a la hora de establecer lazos: un can puede ser el vehículo de una conversación con un desconocido, el inicio de una amistad, o incluso el factor que posiciona la balanza a la hora de otorgar un donativo al sin techo.
  • Un perro es una responsabilidad. Esto puede promover en el tutor sin hogar ciertas conductas positivas: direccionar los gastos económicos en cuidados del animal en vez de en sustancias nocivas o promover un consumo responsable con lo que antes era una adicción, entre otras.

Pero más importante que todo esto: un perro puede ser la razón de vivir. Al fin y al cabo, nosotros somos todo para ellos, y en un mundo donde la interacción humana ha sido suprimida, este animal puede ser el único motor vital del tutor.

Como mínimo, este espacio incita a una reflexión personal: ¿si ellos no dan de lado a las personas sin hogar, por qué nosotros sí lo hacemos?


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