Reproducción del loro doméstico

La reproducción de los loros domésticos no es una tarea fácil, pues se necesita que las condiciones sean muy parecidas a su hábitat natural. Si quieres llevar a cabo este proceso, acércate con un profesional para que te oriente.
Reproducción del loro doméstico
Francisco María García

Escrito y verificado por el abogado Francisco María García.

Última actualización: 09 febrero, 2022

Hacer que dos loros se reproduzcan en una jaula no es imposible. Sin embargo, la faena requiere entender el proceso de apareamiento y los comportamientos sexuales propios de la especie. La reproducción del loro doméstico tiene sus complejidades.

En cautiverio, los dueños tienen la responsabilidad de crear las condiciones aptas para el apareamiento. Cualquier elemento discordante podría arruinar los planes para tener nuevas crías. Incluso tras el nacimiento existen reglas que debemos cumplir.

Si lo hacemos todo bien podremos conseguir muchos pichones de una misma pareja. A continuación, todo sobre la reproducción del loro doméstico.

¿Qué etapas comprende la reproducción del loro doméstico?

El apareamiento comienza desde el momento en el que ambos animales abordan el rito. En un entorno natural este evento da pie a que una lora elija a un macho como pareja.

Pareja de loros en una rama

Luego comienza el periodo de anidación de los huevos y el nacimiento de la prole: Factores ambientales, construcción del nido y compatibilidad de las aves son elementos que no podremos perder de vista.

Todo culmina con la independencia de los pichones. Los dueños deberán abordar una vigilancia activa durante cada etapa y velar porque las cosas sigan un ritmo natural. El objetivo a seguir es que la jaula no interrumpa el ciclo de la vida.

El cortejo: El inicio del ciclo

Sin el rito de cortejo es difícil que algo ocurra entre una pareja de loros. Muchos dueños tienden a confundir este acto con un comportamiento extraño y hasta hostil del ave macho. Por más extraño que parezca, lo idóneo es no interferir.

Esta actividad instintiva consta de aleteos, bailoteos, gritos y acercamientos progresivos, hasta llegar a las caricias. Al congeniar, el macho tiende a deslizar su pico suavemente por la cabeza de la hembra. Otra buena señal ocurre cuando este le da comida a la agasajada y esta le corresponde.

Claro que cada especie tiene sus propios ritos y respuestas. En todo caso, el cortejo sirve para que la hembra elija al macho, agarrar confianza y estrechar lazos. Algunas hembras pueden tomárselo muy en serio y ser quisquillosas, así que no siempre funciona a la primera.

Condiciones aptas para el apareamiento

El éxito del cortejo y acto reproductivo dependerán de algunos factores que los dueños pueden favorecer. Lo primero es que la jaula debe ser lo suficientemente espaciosa para que ambos ejemplares se manifiesten con naturalidad.

Otro tema fundamental es la alimentación. Para que ambas mascotas se apareen es indispensable que se encuentren bien alimentadas. La dieta debe ser variada, balanceada y no constar únicamente de semillas. Antes de propiciar el acercamiento debemos asegurarnos de que las aves no estén enfermas u obesas.

Además, hay que cerciorarse de contar con dos especímenes pertenecientes a la misma especie de loros. De no haber compatibilidad sexual todos los esfuerzos serán infructíferos.

Los huevos del loro

Los loros pueden tener de dos a seis huevos, lo cual puede variar según la especie. Por ejemplo, el periquito australiano tiene generalmente de cuatro a seis y, los que habitan en la región amazónica, tienden a tener un máximo de cuatro por cada camada.

Los huevos tienen un periodo de incubación que va de los 20 a los 25 días. Por lo general, la hembra incuba los huevos, aunque hay especies en donde esta labor se reparte entre ambas mascotas.

El periodo de incubación y la cantidad de pichones que pueden salir de una camada nos indica que una misma pareja puede darnos un gran número de nuevas crías. Sin embargo, debemos conservar a la misma pareja siempre, porque los loros son monógamos.

Pareja de loros en una rama

El nido: la clave del éxito

Los nidos de estas mascotas son bastante particulares, deben ser verticales y más altos que anchos. Lo ideal es que nosotros lo confeccionemos, tratando de que sea lo más similar a uno natural.

Debemos tener en cuenta que estas aves pueden cavar sus propios nidos en árboles. Por ello, es idóneo construir un prototipo de madera, que tenga al menos 40 cm de largo y 20 cm de ancho. A los lados dejamos un hueco y podemos colocarle una tapa desplegable en la parte superior.

Según la especie de loro que tengas como mascota, el tamaño del nido puede variar. A continuación se comparten algunas medidas mínimas específicas:

  • Loro cachete amarillo (Amazona autumnalis): largo: 50 centímetros, ancho: 50 centímetros, alto: 75 centímetros.
  • Loro corona blanca (Pionus senilis): largo: 20 centímetros, ancho: 22 centímetros, alto: 46 centímetros.
  • Loro frente blanca (Amazona albifrons): largo: 50 centímetros, ancho: 50 centímetros, alto: 75 centímetros.
  • Loro cabeza amarilla (Amazona oratrix): 50 centímetros, ancho: 50 centímetros, alto: 75 centímetros.

La idea es que este nido en forma de caja este colocado incluso antes del apareamiento. Recuerda agregar viruta o trozos de madera para que el interior quede acolchonado.

Los pichones

Cuando el cascarón se abre los pichones nacen indefensos y sin plumas, por lo que deberán ser protegidos por sus padres. Este estado de indefensión dura un mes y medio aproximadamente, pues solo así evitarán enfermedades infecciosas y se prepararán.

Una última advertencia: Culminado el tiempo de protección lo correcto es que separemos a la nueva camada de sus padres. Tras esto, el ciclo de la reproducción del loro doméstico volverá a comenzar hasta que uno de los ejemplares muera.

Fuente de la imagen principal: Rodrigo Soldon


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  • Álvarez, G. G., Azúa, R. V., Solano, C. T., & Gómez, S. R. R. (2005). Manejo en cautiverio de psitácidos utilizados como aves de ornato y compañía. Revista de la Asociación de Médicos Veterinarios Especialistas en Pequeñas Especies, 16(1), 5-17.

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