Regulación legal de los perros de protección
Históricamente, los humanos han entrenado perros de protección para cuidar de sus propiedades y familiares. De hecho, es muy probable que los primeros perros ya fueran entrenados para la caza y protección; los humanos se dieron cuenta rápidamente de que los canes podrían ayudarles a obtener comida y proteger sus familias.
Por ello, muchos países han adoptado normas específicas para regular la tenencia de perros de guardia. A continuación, veremos con más detalle qué dice la normativa española con respecto a los perros de protección.
¿Qué dice la ley sobre los perros de protección en España?
En España aún no hay una legislación a nivel nacional que regule la tenencia de perros de protección. En la práctica, cada ayuntamiento tiene el derecho de fijar una normativa que oriente la crianza de canes para funciones de guardia.
En Madrid, por ejemplo, este tema es regulado dentro de la Ordenanza Reguladora de la Tenencia y protección a los Animales. Dicho documento determina que los perros de protección deben ser mantenidos en ambientes debidamente acondicionados, donde no puedan provocar daños a personas y propiedades.
Así mismo, el dueño se ve obligado a advertir de forma visible que existe un perro de guardia en su propiedad. Además de asumir la responsabilidad civil por los daños y perjuicios ocasionados por sus perros a terceros o al patrimonio municipal.
Se aclara que los perros de protección de ninguna manera deben sufrir maltrato o verse obligados a desempeñar su función contra su voluntad. Tampoco se permite que el can esté atado de forma permanente y, cuando se encuentre encadenado, debe tener mínimamente la libertad de moverse en su entorno.
Como suelen vivir en el exterior, la ordenanza también prevé que un perro de protección no debe ser sometido a la intemperie; siempre ha de contar con refugios para protegerse de las adversidades climáticas.
¿Se puede denuncia el maltrato a perros de protección?
Sí. El hecho que un animal cumpla funciones de guardia no significa que pueda sufrir maltrato o abandono. Si se identifica que un perro de protección vive en condiciones insalubres, sufre violencia o explotación física, la denuncia puede hacerse de forma presencial o telefónica.
Lo ideal es presentarse ante el ayuntamiento, juzgado, acudir a la Guardia Civil o la Policía para formalizar una denuncia presencial. Si es posible, la declaración debe acompañarse por fotos, grabaciones o testimonios que comprueben el maltrato.
Perros de guardia, no de ataque
Desafortunadamente, persiste una noción de que los perros guardianes son entrenados para atacar. Pero ello es falso, ya que la función de guardia suele consistir fundamentalmente en alertar a los propietarios sobre la presencia de extraños para frustrar intentos de invasión o robo.
En un adiestramiento consciente, el perro de protección es preparado para mantener un temperamento equilibrado y seguro de sí mismo ante situaciones de riesgo. Al identificar un peligro, este can actúa de forma inteligente: emplea principalmente el ladrido para alertar a su dueño y, a la vez, intentará ahuyentar los invasores.
El ataque es el último recurso al que debería recurrir un perro de guardia y protección para defender la propiedad y sus familiares. Así mismo, solo debería producirse tras la orden puntual de su amo; su objetivo es inmovilizar al invasor y no lastimar sin sentido o matar.
‘Perros peligrosos’: más consciencia, menos estigmas
Al igual que ocurre con los llamados perros potencialmente peligrosos, los canes de protección suelen ser temidos por las características morfológicas propias de su raza, y no por su real comportamiento o por el entrenamiento que han recibido para desempeñarse como guardianes.
Concordando o no con el entrenamiento de perros de protección, es necesario concienciar sobre los peligros de estigmatizar ciertas razas caninas. Porque al hacerlo injustamente se les atribuye a la naturaleza del perro algo que proviene de su crianza.
Cuando hablamos de que no existen perros peligrosos y sí propietarios irresponsables o poco experimentados, no estamos repitiendo un cliché. De hecho, hay varios estudios que demuestran que el comportamiento de un can no es determinado únicamente por su herencia genética o linaje; buena parte depende de la educación y del ambiente proporcionado durante su crianza.
Cualquier can puede volverse agresivo cuando es privado de las libertades básicas del bienestar animal o cuando es sometido a un manejo inadecuado por parte de sus dueños. Independientemente de su raza, género o edad, pues la agresividad no es un rasgo de la personalidad de un perro, y sí un problema de comportamiento que generalmente está asociado a una educación inadecuada.
Por lo tanto, en lugar de discutir la prohibición de algunas razas o la limitación de derechos de sus dueños, deberíamos enfocarnos en combatir el maltrato animal y promover la tenencia responsable para todos los perros.
Te podría interesar...Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Universidad Bristol. Evaluation and prediction of agonistic behaviour in the domestic dog. Extraído de: https://research-information.bristol.ac.uk/en/theses/evaluation-and-prediction-of-agonistic-behaviour-in-the-domestic-dog(23316504-ed58-4004-8a77-0242644c2c4d).html
- editdiazdesantos.com. 2015. Perro de defensa. Extraído de: http://www.editdiazdesantos.com/wwwdat/pdf/9788499699905.pdf