¿Qué es la agresividad redirigida en gatos?

La agresividad redirigida en gatos es una de las conductas felinas que suelen desembocar en el abandono del animal. Aún así, esta se puede tratar con una guía adecuada.
¿Qué es la agresividad redirigida en gatos?

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 09 septiembre, 2020

La agresividad redirigida en gatos se define como una secuencia violenta por parte del felino asociada a un incremento de excitación, que tiene lugar cuando el animal no es capaz de acceder al estímulo que le está causando esta sensación. Al no poder canalizar su energía en el elemento en sí mismo, la redirige en forma de ataque hacia los tutores.

Es una de las formas de agresividad felina más peligrosas para las personas, pues los ataques pueden ser violentos e impredecibles. Aún así, si se averigua el estímulo desencadenante de esta conducta y se elimina de forma eficaz, el pronóstico de recuperación del animal puede ser favorable.

Sobre la agresividad felina

Diversos estudios recogen que la agresividad redirigida en gatos es la segunda causa más frecuente de las consultas en el ámbito de etología clínica, solamente superada por los conocidos problemas de eliminación fecal inadecuada. Aún así, esta conducta conflictiva no es la única que puede presentarse en gatos.

Esta fuente citada y otros portales profesionales aportan algunos datos interesantes en lo que a la conducta felina se refiere: el 65 % de los ataques se producen entre gatos, mientras que el 35 % restante va a dirigido hacia personas. De este último porcentaje, casi un 80 % de las lesiones son experimentadas por miembros de la familia que comparten espacio con el felino.

La agresividad en gatos se puede dividir en dos bloques diferentes. Estos son los siguientes:

  • De naturaleza defensiva: el gato expresa miedo con las extremidades extendidas, el lomo arqueado y la cola erguida en forma de U. También se observa una piloerección generalizada («pelos de punta»), las pupilas dilatadas y las orejas plegadas hacia atrás.
  • De naturaleza ofensiva: en este caso, el felino muestra seguridad. Esto se expresa posturalmente con un cuerpo erguido, contacto visual directo y unas orejas adelantadas y hacia arriba.

Como podemos ver, la violencia en felinos puede provenir de la inseguridad y el miedo o de la necesidad de dominancia y posicionamiento social. No debemos olvidar que la agresividad en los depredadores como los gatos es una conducta adaptativa, y por lo tanto, en cierto modo natural.

Un gato que se muestra amenazante.

¿Qué es la agresividad redirigida en gatos?

Una vez hemos diseccionado las generalidades de los comportamientos violentos en felinos, es hora de centrarnos en la agresividad redirigida. Como ya hemos dicho, se trata de una canalización errónea de la energía y excitación por parte del gato.

Se diferencia del resto de respuestas agresivas de forma relativamente sencilla, pues esta variante no viene precedida de la piloerección o las posturas físicas explicadas con anterioridad. En lugar de eso, el gato adopta una posición de caza antes de atacar a su tutor.

Este ataque tiene un fundamento sencillo: el gato no tiene a su disposición el estímulo que le está generando una acumulación de energía, por lo que la libera con el ente móvil presente más cercano, es decir, el tutor. Algunos de estos estímulos pueden ser los siguientes:

  • Presencia de otro gato en el hogar, aunque este no esté en el campo de visión del felino atacante.
  • La presencia de personas desconocidas en la misma sala con el animal.
  • Ruidos fuertes como timbres o tonos telefónicos.
  • Traslado del animal a un ambiente nuevo.

Debemos acotar que la agresividad redirigida debe diferenciarse de los comportamientos violentos orgánicos. Estos últimos ataques hacia los tutores suceden cuando el animal se encuentra herido o sufre de algún tipo de patología interna (artritis o lesiones de las vías urinarias, por ejemplo). Desde luego, en estos casos el animal está manifestando su molestia de la única forma que sabe.

¿Cuál es su tratamiento?

En primer lugar, el diagnóstico exhaustivo es la clave del éxito. El veterinario tendrá que realizar un examen médico del animal a conciencia, pues es probable que el comportamiento irascible del gato provenga de una enfermedad, lo que descartaría un caso de agresividad redirigida.

En caso de que este desajuste comportamental se confirme, se puede afrontar la enfermedad de diversas formas, pero siempre bajo supervisión de un etólogo profesional. Algunas de las medidas generales a seguir son las siguientes:

  • Aportando enriquecimiento ambiental en el hogar, para que el felino pueda canalizar su energía de forma efectiva a lo largo del día.
  • Identificando el estímulo negativo que genera malestar en el animal y eliminándolo por completo de su entorno.
  • En casos graves, uso de fármacos de naturaleza ansiolítica de forma puntual o aplicación de feromonas relajantes en el entorno del animal.

Desde luego, la clave se encuentra en identificar con exactitud el estímulo que provoca la acumulación de energía repentina en el felino. Es por ello que esta patología presenta un pronóstico reservado, pues no es una tarea para nada sencilla.

Un gato cazando.

Por último, es necesario destacar que una mascota es una alegría en la casa, pero también una obligación moral para el tutor. En caso de que las cosas vayan mal, la puesta en adopción o el abandono son comportamientos condenables. Siempre se debe recurrir a un especialista antes de tomar cualquier decisión.


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  • Benito, M. J. L., & Rivera, E. L. (2010). Caso clinico de agresividad redirigida felina. Revista Complutense de Ciencias Veterinarias4(2), 33-41.

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