Las libélulas, todo sobre este gran insecto alado

¿Quieres descubrir todos los datos sobre estos pequeños depredadores carnívoros que ejercen una función vital en el ecosistema? No dejes de leer.
Las libélulas, todo sobre este gran insecto alado
Cesar Paul Gonzalez Gonzalez

Revisado y aprobado por el biólogo Cesar Paul Gonzalez Gonzalez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 15 mayo, 2023

Las libélulas son unos de los insectos que más han fascinado y despertado la curiosidad de los seres humanos. Son protagonistas de numerosos mitos, creencias e historias que, desde hace muchos siglos, habitan en el imaginario popular.

En un sentido amplio, se conoce con el nombre de libélulas a todos los integrantes del orden Odonata. No obstante, las libélulas que en general se reconocen son los insectos incluidos dentro del suborden Anisoptera. Así, este grupo cuenta con alrededor de 3105 especies distribuidas en 11 familias y 448 géneros. A continuación, vamos a saber más sobre estos insectos alados y su significado en la cultura.

Libélulas: características morfológicas destacadas

En la actualidad, existen diferentes tipos de libélulas y se estima que pueden haber surgido por primera vez hace más de 300 millones de años, según sugiere un estudio desarrollado por investigadoras de la Universidad Estatal de Nueva Jersey. Ello significaría que son anteriores a la civilización humana y más antiguas que los dinosaurios.

Se caracterizan por presentar el esquema típico de cualquier insecto: un cuerpo dividido en tres segmentos (cabeza, tórax y abdomen), con un par de antenas (aunque reducidas), 4 alas y 6 patas. Su cabeza cuenta con ojos grandes y globulares que por poco no se tocan entre sí. Su morfología ocular les aporta una visión privilegiada, cuyo campo visual puede alcanzar los 360 grados.

El abdomen de las libélulas es delgado y alargado. Las seis patas se encuentran revestidas por diminutos pelos, que les permiten atrapar sus presas. Además, son útiles para trepar y les ayudan a mantenerse posadas sobre las superficies.

Sus grandes y llamativas alas (que son cuatro en total), pueden medir de 2 a 19 centímetros de envergadura, y varían según la especie. No obstante, las libélulas primitivas eran mucho más grandes que las actuales, y esto se piensa por los restos fósiles encontrados, que alcanzaban alrededor de 70 a 72 centímetros de envergaduras alares, como el ejemplar Meganeura monyi.



Libélula: hábitat
Las libélulas se reconocen por su aspecto delicado y su habilidad para volar de manera ágil y rápida.

Diferencias entre libélula y caballito del diablo

Las libélulas (suborden Anisoptera) pertenecen al grupo de los odonatos, en el cual también se encuentran los caballitos del diablo (suborden Zygoptera). Ambos son muy parecidos, pero existen dos diferencias básicas para distinguirlos: el grosor de su cuerpo y la posición de las alas durante el reposo.

Los odonatos no pueden plegar las alas sobre su abdomen cuando se encuentran en reposo como lo hacen otros insectos. De esta manera, los caballitos del diablo colocan las alas juntas en disposición vertical. Por su parte, las libélulas las mantienen horizontales, es decir, abiertas en todo momento. Asimismo, estas últimas son más robustas y compactas.

Alimentación de las libélulas

Las libélulas son depredadores carnívoros muy eficaces, lo que ayuda a controlar de forma natural la población de mosquitos y otros invertebrados. Pueden ser pequeñas, pero son eximias cazadoras que se posicionan en lo más alto de la cadena alimentaria entre los insectos. Gracias a su notable agilidad y las «pelusas» de sus patas, atrapan a este tipo de animales durante su vuelo.

Al igual que los adultos, las ninfas de libélulas son depredadoras voraces. Sus presas incluyen organismos acuáticos más pequeños. Además, poseen un aparato bucal complejo y órganos sensoriales que les permiten percibir los estímulos del entorno.

El rol que desempeñan las libélulas en su ecosistema es de gran ayuda porque, al ser sensibles a los cambios del medio terrestre y sobre todo acuático, algunos científicos opinan que pueden servir de indicadores de la salud ambiental debido a su exposición a distintos contaminantes.

Por eso, una disminución de la población de estos insectos sería un riesgo no solo para el equilibrio de su hábitat, sino también para la salud de las personas.

Hábitat de las libélulas

La gran mayoría de las especies de libélulas son autóctonas de climas cálidos. Por lo general, de regiones tropicales y subtropicales. No obstante, pueden encontrarse en todos los continentes (con la excepción del Polo Norte y de la Antártida). Además, el tiempo que llevan en el planeta es una prueba de su resistencia y adaptación.

El vuelo de las libélulas

Además de bonitas, las libélulas también son reconocidas por su gran agilidad y resistencia en el vuelo. Poseen pequeños anillos en su abdomen que les ayudan a impulsar su propio cuerpo; así ganan potencia y velocidad a la hora de volar.

Su estructura corporal, ligera y alargada, junto a sus cuatro alas potentes y sus anillos, les permiten alcanzar grandes velocidades. Una libélula puede volar de manera continua sin disminuir su ritmo.

«El vuelo de las libélulas ha fascinado a los científicos durante la mayor parte de este siglo. Estos insectos son grandes, coloridos y llamativos y, por lo tanto, captan fácilmente la atención cuando pasan volando».

JM. Wakeling & CP. Ellington (1997)

Poseen una velocidad promedio de 50 kilómetros por hora (aunque esto, por supuesto, depende de la especie). Además, pueden alzar vuelo rápido (sin necesitar impulso externo), detenerse, desplazarse hacia delante, hacia atrás, subir o bajar, sin problemas.

Libélula: comportamiento
El vuelo de una libélula es ágil y elegante. Estos insectos pueden mover sus alas de forma independiente y tienen un estilo único y distintivo.

Reproducción de las libélulas

Las libélulas viven gran parte de su vida cerca del agua y es ahí donde forman parejas para reproducirse. Por lo general, los machos deben pelear entre sí para «conquistar» a la hembra de un territorio. Y después de coronarse como «ganador», deben cuidar de su pareja mientras ella deposita sus huevos en el agua.

El ciclo de vida de la libélula está, desde los inicios (bajo la forma de ninfa acuática), ligado a entornos saludables de agua, como bien señala el Dr. Martín Alejandro Serrano Meneses. En este periodo, respiran por medio de branquias y se alimentan de gusanos y renacuajos.

También poseen una especie de mascarilla con colmillos de gran tamaño para atrapar sus presas. La duración de la fase ninfa varía de acuerdo con cada especie de libélula, desde pocas semanas hasta varios años.

Después, llega el momento de su metamorfosis. Tras muchas mudas de piel, llegan a la forma de insecto que adoptarán a lo largo de su corta vida adulta. Para llegar a esta etapa, la libélula debe deshacerse de la mascarilla y de los colmillos; la mayoría de ellas viven apenas unas cuantas semanas.



¿Las libélulas son peligrosas?

Estos insectos, fascinantes y coloridos, no son en absoluto peligrosos para los seres humanos. Así, no hay por qué temerles, no tienen glándulas de veneno ni aguijones; por lo que no son venenosos.

Además, aunque cuentan con unas mandíbulas fuertes y poderosas que les permiten cazar y consumir a sus presas, no lastimarían a un ser humano, al menos, no de manera intencional. Si bien puede que se produzca algún incidente por manipulación, la situación no pasaría a mayores, así que no hay de qué preocuparse.

En la tradicional cultura nativa del continente americano, la libélula es considerada como un símbolo de trasformación y renacimiento. Por ello, suelen estar asociadas a la reencarnación y a las almas de los muertos.

También hay menciones a estos insectos como tótems de fuerza y prosperidad. En el caso de Japón, también se relaciona como un «animal-alma», tal y como señala Jan N. Bremmer en su libro.

La cultura popular sostiene que el pueblo birmano solía realizar el ritual de lanzar libélulas en el agua que circundaba sus asentamientos. Se estima que la intención era controlar la población de mosquitos y evitar la diseminación de enfermedades como la fiebre amarilla o la malaria; este ritual tomaba un sentido protector para la mitología del pueblo nativo.

Además, su vuelo y los colores que reflejan en sus grandes alas generaron verdadera fascinación en muchas civilizaciones. Y su habilidad de sobrevivir a las trasformaciones de la vida es considerada una inspiración para la existencia humana.


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