Lágrimas de cocodrilo: ¿cuál es su origen?

Las lágrimas de cocodrilo no son fingidas, pero no aparecen por remordimientos, en contra de lo que el refrán parece indicar.
Lágrimas de cocodrilo: ¿cuál es su origen?
Silvia Conde

Escrito y verificado por la bióloga Silvia Conde.

Última actualización: 20 octubre, 2020

¿De dónde viene la expresión «lágrimas de cocodrilo»? ¿Acaso los cocodrilos pueden fingir un llanto? ¿Son capaces de llorar? Muchas de las expresiones que utilizamos de forma cotidiana tienen su explicación científica y esta no es una excepción.

Esta particular expresión tiene sus orígenes en la antigüedad, pues el llanto de este animal se asociaba con el de quién ha causado daño o la muerte de alguien, pero que después llora lamentando de forma fingida de cara al público. Esto sería un análogo que simula el lagrimeo de los ojos del cocodrilo cuando devora a su presa.

¿Los cocodrilos lloran?

Los cocodrilos no sienten remordimientos al matar a sus presas ni lloran por ello, ya que lo hacen por razones fisiológicas. Al ser un animal que vive casi siempre en el agua, las lágrimas son difíciles de ver, pero lo cierto es que los cocodrilos producen lágrimas constantemente y son muy parecidas a las de los humanos.

Cuando el cocodrilo sale del agua a alimentarse necesita seguir manteniendo la superficie de sus ojos hidratada.

Las lágrimas se acumulan en los ojos del animal, manteniéndolos lubricados hasta que llega un momento en el que se desbordan y deslizan por la cara. Sin embargo, cuando el cocodrilo come, parece llorar intensamente. La explicación de este curioso suceso está en el músculo de su mandíbula.

Estos antiguos reptiles utilizan sus potentes fauces y movimientos circulares de todo su cuerpo para abatir a sus presas: con ese abrir y cerrar de boca, los músculos alrededor de la mandíbula —que se encuentran cerca del ojo— se contraen y hacen precipitar las lágrimas, como si se tratase de un llanto.

Zoom al ojo de un cocodrilo.

¿De qué están hechas las lágrimas de cocodrilo?

La mayoría de animales —incluido nosotros— parpadeamos para distribuir las lágrimas sobre la superficie ocular, mantener el ojo húmedo y estabilizar la vista. Esto ocurre en personas cada 10 o 12 segundos, pero hay animales que pueden estar bastante tiempo sin parpadear.

Los caimanes de hocico ancho pueden mantener los ojos abiertos sin parpadear durante un máximo de dos horas. Esta capacidad para tener los ojos abiertos tanto tiempo les permite estar alerta, inmóviles y pasar desapercibidos ante sus presas.

A pesar de estas diferencias, las lágrimas que producen los cocodrilos no son muy diferentes a las de otros animales. Las presentes en las aves, reptiles y mamíferos son bastante parecidas en términos de composición química a las que generan estos ancestrales seres.

Las lágrimas de aves y reptiles tienen concentraciones más elevadas de electrolitos y proteínas. Esto se explica por el medio en el que viven, ya el aire y el agua puede afectar a la superficie del ojo, y por ello es necesario producir una lágrima más densa y mucosa.

Además, ambos grupos de animales pestañean a intervalos más largos que los mamíferos.

Los ojos de los reptiles milenarios

La visión de los cocodrilos les permite detectar a sus presas haciendo un escaneo con los ojos, sin mover la cabeza ni delatar su presencia. Desde luego, estamos ante perfectas máquinas de matar que se camuflan entre las sombras.

La diferencia fisiológica que permite estas habilidades se encuentra en su retina, en concreto, su fóvea. En este área de la retina se concentran los fotorreceptores y es circular en la mayoría de los animales, sin embargo, los cocodrilos la presentan en forma de raya horizontal.

Gracias a ello, estos reptiles ven con buena resolución a lo largo de todo el horizonte visual y pueden acechar sigilosamente a sus presas, mientras permanecen semisumergidos, sin necesidad de mover la cabeza.

Además, los ojos, oídos y orificios nasales de los cocodrilos se hallan localizados en la parte superior de la cabeza. Así pueden ver, escuchar y respirar manteniendo el resto de su cuerpo bajo el agua. Cuando se sumergen, los oídos, orificios nasales y ojos se cierran, los últimos por la acción de la membrana nictitante que los protege bajo el agua.

Además, las células de la fóvea de los cocodrilos son diferentes dependiendo del ambiente que vivan. Los cocodrilos de agua dulce poseen fotorreceptores especializados en absorber en la longitud de onda del rojo, pues en las aguas dulces hay un predominio de luces rojas.

Por otro lado, los cocodrilos de agua salada —animales marinos que se asientan en desembocaduras de ríos al mar o estuarios— poseen fotorreceptores que absorben en el azul, correspondiente a las aguas salobres.

Un superpoder visual

Los ojos de los cocodrilos se amoldan a diferentes condiciones, ya que pueden escanear lo que ocurre a su alrededor en tierra, ver bajo el agua —aunque más borroso— y tienen suficiente destreza visual para ver de noche, gracias a su pupila vertical y a estructuras como el tapetum lucidum.

Todas estas adaptaciones ponen en evidencia la naturaleza del cocodrilo como superdepredador en el ecosistema, es decir, un cazador incansable y letal. Los cocodrilos no lloran por pena, pero sí para mantener un equilibrio homeostático adecuado y para humedecer sus delicados ojos.


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  • Oriá Arianne P., Lacerda Ariane de J., Raposo Ana Cláudia S., Araújo Nayone L. L. C., Portela Ricardo, Mendonça Marcos A., Masmali Ali M. Comparison of Electrolyte Composition and Crystallization Patterns in Bird and Reptile Tears. Frontiers in Veterinary Science. Volume 7, 2020.
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