La triste historia tras el perro más caro del mundo

Esta raza de pastoreo ha sido mitificada por las valoraciones de Aristóteles y Marco Polo, de ahí que fuera carne de cañón para la especulación; al no ser un can que se vendiera en masa, finalmente los precios cayeron en picado y muchos fueron abandonados
La triste historia tras el perro más caro del mundo
Eugenio Fernández Suárez

Escrito y verificado por el veterinario Eugenio Fernández Suárez.

Última actualización: 14 febrero, 2022

Hace unos años, cierta especie se ganó a pulso el título del perro más caro del mundo: hablamos del mastín tibetano, un gigante peludo que lleva siglos cuidando del ganado en las cumbres del Himalaya.

De un origen humilde al perro más caro del mundo

Lo cierto es que el supuesto perro más caro del mundo viene de comienzos humildes: lleva durante milenios guardando monasterios y acompañando a pastores en la región del Tíbet. Ya Aristóteles lo menciona y Marco Polo quedó prendado e impresionado por la belleza del llamado dogo del Tíbet, del cual destaca una grandeza y solemnidad casi míticas.

Probablemente, fue el aura de leyenda el que hizo que un mastín llegase a convertirse en el perro más caro del mundo, que no deja de ser un perro que se ha desarrollado en miles de puntos del globo bajo diferentes formas, desde el mastín del Pirineo al mastín napolitano.

Su potente ladrido y su aspecto de león han hecho que muchos paguen importantes sumas por traer a estos animales de montaña a mansiones y palacios, mientras empezaba a llamar poderosamente la atención a la clase alta europea.

Ello hizo que este perro alcanzase el título de perro más caro del mundo, pues un magnate de la industria carbonera china llegó a pagar 1,6 millones de euros por un ejemplar de mastín tibetano llamado Hong Dong.

Mastín tibetano: precio más caro

Un perro que no está hecho para lujos

Crear una raza es complicado: se debe buscar una aptitud y seleccionar a los linajes buscando las características de dicha aptitud. En muchas ocasiones, es meramente estética, pero en otras la aptitud no es simplemente recreativa: hablamos de los perros de trabajo como el mastín tibetano.

No fue seleccionado principalmente por su aspecto bonito: el llamado dogo del Tíbet ha sido utilizado durante milenios para guardar el ganado en kilométricas cumbres heladas, y esa ha sido la mejor selección que podía tener para ser un perro resistente, activo y con un instinto de guarda enclavado en su ADN.

Es por ello un perro adaptado a climas fríos, espacios abiertos y a trabajar con animales, especialmente para protegerlos de depredadores como la leopardo de las nieves, pero también de personas. Tal vez eso hace augurar que, aunque puede ser una gran mascota, no es la ideal para gente primeriza ni para aquellos que no puedan proporcionar a este animal una actividad constante.

El abandono del perro más caro del mundo

Por desgracia, estas características no hacen apto a este perro para todas las personas. Este hecho, unido a la sobremitificación de la raza, ayudada por imágenes retocadas que pretenden mostrar a este bello mastín como un ser casi mágico, ocasionó que los precios cayeran en picado hace aproximadamente 5 años y los cientos de criadores que vieron un negocio rentable ahora abandonen a sus animales.

Mastín tibetano

El que una vez fue el perro más caro del mundo, comenzó a vagar hace varios años por centenares en las calles de China. En muchos casos, acababan en los mataderos de perros de este país, pues aún consumen la carne de estos animales. Aunque los sesgos culturales son claros y los chinos tienen derecho a consumir la carne de los canes, igual que occidente consume conejos o vacas, se ha denunciado el maltrato y las condiciones de estos mataderos.

Probablemente, esto nos enseña los peligros de la cría intensiva de animales de compañía y del consumismo, que ha llevado a tratar al mastín tibetano como un vulgar objeto de decoración. La especulación con una raza de perros que durante milenios ha acompañado al ser humano en uno de los ecosistemas más duros del mundo, mediante la actividad de la trashumancia, es sin duda trágica y dolorosa.

El mastín tibetano se convierte así en una muestra más de lo complicado y difícil que es tener una mascota, y de que es algo que hay que pensar muy bien, sin caer en el consumismo que está tan de moda. Y es que hablamos de seres vivos que han sido los mejores amigos del hombre desde la prehistoria, y que tienen sentimientos.

Mientras, aún cientos de mastines tibetanos pueblan el Tíbet protegiendo al ganado y a las personas, ajenos a los problemas que ha causado el ser humano y el dinero en sus compañeros.


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