Historias conmovedoras de perros leales hasta el final

Historias conmovedoras de perros leales hasta el final

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 07 diciembre, 2017

La fidelidad de los canes hacia sus dueños es un hecho palpable cotidianamente para aquellos que tienen a estos nobles animales como mascotas. De todas formas no dejan de sorprendernos y emocionarnos historias de perros leales a sus propietarios, aún después de que estos murieron.

Relatos de perros leales a sus dueños muertos

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Hay casos emblemáticos como el de Hachiko, que hasta tiene su película. O en España es muy conocida la historia de Canelo.

Pero lo cierto es que los casos de perros leales que se quedan a vivir junto a las tumbas de sus dueños, o en la puerta del hospital en donde lamentablemente estos murieron, o que aguardan en vano su llegada -por ejemplo- en una estación de tren, se replican en distintas épocas y lugares.

Y si bien los científicos no logran ponerse de acuerdo ni dar una explicación certera a por qué los canes se comportan de esta manera, quizá la respuesta haya que buscarla en conceptos como la fidelidad y el amor, que no deben ser sencillos de encuadrar en una investigación académica.

Hoy te traemos algunos relatos de perros que continuaron leales a sus dueños, pese a que la muerte se interpuso entre ellos.

La fidelidad de los canes hacia sus dueños puede considerarse una condición sino qua non y, en algunos casos, hay perros leales a sus propietarios muertos.

Bobby, el perro de John Gray

La historia de Bobby nos retrotrae al siglo XIX en Edimburgo, Escocia. Era un perro de raza Terrier que pertenecía a un policía llamando John Gray. Can y hombre andaban siempre juntos y el animalito se había hecho famoso por los trucos que sabía realizar.

Pero lamentablemente Gray falleció de tuberculosis. Bobby estuvo presente durante todo el funeral de su amigo y luego siguió al cortejo fúnebre hasta el cementerio. Y allí se quedó, sobre la tumba de su dueño, los 14 años que lo sobrevivió.

Con el paso del tiempo, Bobby se fue convirtiendo en una leyenda local y ganándose el afecto de la gente que le proporcionaba alimentos o refugio en los crudos inviernos escoceses.

Bobby murió, como no podía ser de otra forma, sobre la tumba de su amo. Los vecinos levantaron entonces una estatua en su honor, cerca del cementerio, y mirando hacia donde estaba enterrado John Gray.

Fido, el can que esperaba a su dueño en la estación de tren

Ya en el siglo pasado, y en un pueblo de Italia (Borgo San Lorenzo,Toscana), transcurre la historia de Fido, un animal mestizo adoptado por un joven de nombre Luigi, que trabajaba en una carpintería.

Todas las mañanas el perrito acompañaba a su dueño hasta la estación del ferrocarril y luego, por la tarde, lo iba a buscar al mismo lugar, a la hora en que el hombre regresaba de sus labores.

Pero esa rutina fue interrumpida por la Segunda Guerra Mundial. Luigi fue reclutado y enviado a Rusia. Sin embargo, el can concurría todas las tardes a la estación del ferrocarril a aguardar el regreso de su querido dueño. Pero el muchacho nunca volvió.

Sin embargo, Fido fue a buscarlo a la estación hasta el último día de su vida. Aunque la artritis ya casi no le permitía caminar, todas las tardes hacía el mismo recorrido en vano. Hasta que una fría tarde de invierno, el viento y la nieve terminaron con su vida. Su cuerpo fue encontrado congelado al día siguiente.

Los pobladores, que se habían encariñado con el animal, erigieron una estatua de Fido al lado de la estación del ferrocarril con el epitafio: “Un ejemplo para todos los humanos de lo que es la máxima expresión de amor y fidelidad.”

Collie, el perro del Cementerio de la Piedad

perro tumba

Más cerca en el tiempo y más al sur del mundo se sitúa las historia de Collie, que decidió quedarse junto a las tumba de su dueño en el Cementerio de La Piedad, ubicado en la ciudad de Rosario, en Argentina.

Collie llegó al lugar el mismo día en que sepultaron a su amo y pasó toda la noche junto a su tumba. Cuando sus familiares vinieron a buscarlo al día siguiente, no lograron apartarlo del lugar. Volvieron a intentar llevarlo a su casa un tiempo después pero el perro escapó entre las tumbas.

Fue así que el animal permaneció hasta su muerte en el cementerio rosarino, cuidado por un trabajador del lugar. Durante 9 años se mantuvo siempre cerca del sitio donde fuera enterrado su amo, pese a que luego de un tiempo el cadáver del hombre fue cremado.

 


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