Helicultura y apicultura, producciones animales alternativas

Al hablar de producción animal siempre pensamos en ganadería, en grandes animales de abasto. Lo cierto es que existen otras producciones quizás menos grandiosas, pero igual de importantes.
Helicultura y apicultura, producciones animales alternativas
Érica Terrón González

Escrito y verificado por la veterinaria Érica Terrón González.

Última actualización: 08 agosto, 2020

Se habla de producciones animales alternativas al referirse a sectores con menor importancia relativa a nivel económico. La helicultura y la apicultura son perfectos ejemplos de ello.

La palabra helicultura procede del latín «helix» (nombre específico del caracol) y «cultivare» (cultivo). Es decir, es la cría de caracoles terrestres comestibles bajo condiciones controladas, normalmente con fines comestibles. Lo mismo para la apicultura, significando «apis», en este caso, abeja.

La idea de negocio es aprovechar su carne en el caso de los caracoles y sus productos derivados en el caso de las abejas. Con esto se consigue diversificar la economía en las zonas rurales, creando nuevas formas de empleo agrario. Es decir, si bien su importancia económica aún no es elevada, sí lo es su componente social.

La helicultura, una de las producciones animales alternativas con mayores expectativas

Los caracoles son considerados hoy en día como un lujo en la gastronomía. De ahí el desarrollo actual de la helicultura como una forma más de producción animal reconocida internacionalmente. Por ello, existen infinitas variedades de sistemas de cría.

Una de las especies más consumidas en la Península Ibérica es la conocida como «blanquilla» (Theba pisana ), pero a lo largo del mundo existen múltiples especies comestibles y comercializables. Por ejemplo Helix aspersa, el típico «scargot» francés.

Un caracol.

Generalidades de los modelos productivos

La cría al aire libre o extensiva puede ser:

  • Verdadera: esto significa que el caracol se mantiene en los campos de cultivo desde el nacimiento hasta el sacrificio. También se conoce como cría de ciclo completo. Se suele realizar en invernaderos para controlar las inclemencias del clima, creando un ambiente lo más natural posible.
  • Parcial: en este caso se crían caracoles introducidos desde la naturaleza. Esto supone un problema porque la captura masiva de caracoles silvestres pone en peligro la conservación de la biodiversidad. También supone un riesgo para los consumidores, puesto que estos gasterópodos no habrán pasado todos los controles sanitarios pertinentes.

La cría mixta, por su parte, se considera el modelo ideal, combinando aspectos de la cría al aire libre y la cría intensiva. En ella se requiere de un espacio abierto y otro cerrado. Cuenta con una nave aislada, cerrada, para la reproducción, la incubación y la primera parte de la cría y luego dispone de unos túneles de invernadero al aire libre para la última parte y el engorde.

La apicultura, una de las producciones animales alternativas más importantes para el medio ambiente

El mantenimiento de colmenas en las áreas rurales es una forma fantástica de favorecer la protección de la biodiversidad. Esto es así por la gran labor que ejercen las abejas melíferas a la hora de polinizar el medio ambiente. Además, se trata de una producción mínimamente contaminante, considerada abanderada de la sostenibilidad.

El fin último de la apicultura es criar abejas melíferas para aprovechar, entre otras cosas, la miel, un producto de calidad nutricional excelente.

Historia de la actividad apícola

Si bien el principal producto comercializado con esta producción animal es la miel, existen otros muchos. Por ejemplo, la cera de abejas se viene usando desde la edad de piedra, pero también destaca la obtención de polen, propóleo, jalea real e incluso, veneno.

Hablando del origen histórico de la apicultura, ya en el mesolítico aparecen escenas de recolección de la miel. Esto ocurrió unos diez mil años antes de Cristo, pues existen pinturas del Neolítico que retratan el comienzo del control de los enjambres.

En general, los relatos de las sociedades más avanzadas de cada época cuentan historias sobre la explotación de las abejas y sus productos.

Se considera que la apicultura alcanzó su apogeo cuando la miel era el único elemento conocido para endulzar los alimentos. Es decir, hasta lo que se conoce como el «descubrimiento» de América y la plantación del azúcar. Sin embargo, después de esto, su práctica no se ha interrumpido en ningún momento.

La apicultura es una de las producciones animales alternativas.

El problema actual de las producciones animales alternativas

Uno de los principales problemas a resolver en cualquier cría de animales es el ámbito sanitario. Las enfermedades infecciosas pueden acabar en cuestión de días con una explotación, sin ni si quiera dar tiempo al dueño para hacer nada al respecto.

La dificultad de estas producciones alternativas es que, al tratarse de producciones minoritarias, hay poca investigación sanitaria al respecto.

Esto deja pocas opciones a los pequeños productores que se dedican a estas actividades y que pretenden competir en el mercado. Al no ser capaces de controlar las enfermedades de sus animales, no pueden mantenerse al nivel de otros sectores. Se habla, por ejemplo, de una falta de medicamentos específicos para caracoles y abejas. La única manera de mejorar esta situación es invirtiendo en I+D+i (investigación y desarrollo).

Porque no olvidemos que, si bien no son producciones esenciales económicamente, sí lo son desde un punto de vista social y medioambiental, de ahí que haya que protegerlas a toda costa.


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