Esofagitis en perros: síntomas y tratamiento

La esofagitis hace referencia a cualquier tipo de inflamación en el esófago. Te contamos cómo combatir este cuadro en tu amigo canino.
Esofagitis en perros: síntomas y tratamiento

Escrito por Samuel Sanchez

Última actualización: 24 noviembre, 2021

El esófago es la parte del aparato digestivo de los mamíferos que comunica la zona oral con el estómago. Se trata de un órgano tubular musculoso que en perros mide unos 30 centímetros (en razas medianas) de largo y 2-2,5 centímetros de diámetro si está vacío. Realiza una labor esencial en el proceso de deglución y digestión, ya que desplaza el bolo alimenticio al estómago y luego a los intestinos.

Por desgracia, algunas condiciones pueden afectar la integridad del esófago, provocando un cuadro conocido como esofagitis en perros. Esta patología puede ser de origen infeccioso o, por el contrario, tener una explicación orgánica. No dejes de leer y conócelo todo sobre la inflamación esofágica en el mundo canino.

¿Qué es la esofagitis en perros?

El término esofagitis hace referencia a cualquier inflamación, irritación e hinchazón que tenga lugar en el tejido esofágico. Esta condición puede ser asintomática o provocar dolor y dificultad para tragar. En canes, la inmensa mayoría de los cuadros se ven propiciados por la ingesta de un objeto no comestible o por el reflujo gastroesofágico (GERDS en inglés).

Curiosamente, la esofagitis es una de las pocas enfermedades que no se ve condicionada por factores como el sexo, la edad o la raza del animal. Todos los canes son igual de proclives a padecerla. Fuentes profesionales estiman unas incidencias del 0,9 % cuando la inflamación del esófago está ligada al reflujo gastroesofágico. De todas formas, sus cifras epidemiológicas son muy difusas.

La esofagitis ocurre cuando se inflama el tejido del esófago por cualquier causa patológica. Los cuadros leves no suelen requerir tratamiento

Un perro se come una piedra sobre un muro.

Causas de la esofagitis en perros

Existen muchísimos cuadros que pueden fomentar la inflamación del tejido esofágico en los canes domésticos. Te ponemos algunos ejemplos en la siguiente lista, pero ten en cuenta que los desencadenantes son inabarcables:

  • Ingestión de un objeto no comestible: un can que se come un juguete, una piedra o un palo mientras juega es un candidato perfecto para desarrollar esofagitis a corto plazo.
  • Vómito crónico: el vómito puede contener ácidos gástricos y bilis, líquidos que irritan mucho el esófago al pasar por él. Si un perro vomita mucho, está en riesgo de desarrollar esta condición. Además, si el cuadro no se trata padecerá deshidratación y un desequilibrio electrolítico.
  • Reflujo gastroesofágico (ERGE o GERDS): este cuadro, común tanto en perros como en humanos, provoca que los ácidos estomacales viajen “hacia arriba” y entren en contacto con el tejido esofágico, irritándolo y creando lesiones a largo plazo. El funcionamiento anormal del esfínter esofágico inferior es la causa principal de esta patología.
  • Uso de anestésicos: el tratamiento con anestésicos puede hacer que el esfínter esofágico inferior se relaje, permitiendo así que los ácidos estomacales viajen hacia el esófago. De todas formas, esta condición se debería resolver cuando se dejen de administrar estos fármacos en el can.
  • Hernia de hiato: es la introducción del estómago y la parte del esófago abdominal en la cavidad torácica a través del hiato, una abertura que no debería existir. Este cuadro promueve que aparezcan esofagitis graves.
  • Infecciones secundarias: los animales inmunodeprimidos pueden llegar a sufrir cuadros infecciosos de origen vírico, bacteriano o fúngico que se instauran en el esófago. Esto no es nada común.
  • Cáncer: la presencia de una masa tumoral en el entorno esofágico puede provocar inflamación crónica del tejido afectado.

Aunque existen muchísimas causas de la esofagitis en perros, el reflujo gastroesofágico (GERDS) es la más usual de todas. Este cuadro es mucho más prevalente en perros que han sido anestesiados, pues en este grupo la prevalencia del GERDS va desde el 12 al 78 % de los pacientes.

Síntomas

Las esofagitis leves pueden presentarse con síntomas mínimos y fácilmente confundibles con otras condiciones. De todas formas, si prestas atención podrás observar los siguientes signos clínicos en tu perro:

  • Regurgitación (expulsión superficial de la comida) y vómitos. Este es el síntoma de la esofagitis por excelencia.
  • Aumento de las secreciones bucales, lo cual incluye el exceso de saliva (ptialismo).
  • Dificultad a la hora de tragar y realización de gestos exagerados cuando se quiere llevar a cabo este acto.
  • Pérdida de apetito y bajada de peso.
  • Tos y fiebre (en caso de que la causa sea infecciosa).
  • Apatía y reluctancia a jugar.
  • Dolor al tacto en la región del cuello.

Cualquiera de estos signos amerita la visita a un veterinario con urgencia. Lo más probable es que se trate de un episodio de reflujo gastroesofágico aislado, pero siempre es mejor prevenir que curar.

Diagnóstico

El primer paso del diagnóstico de esta condición es realizarle una serie de preguntar al tutor, algo que se conoce como anamnesis. El profesional tendrá interés en recabar información sobre el estado de salud del can, la duración de los síntomas y qué sensaciones experimenta el perro exactamente. Esto ayudará mucho a circunscribir una entidad clínica tan difusa.

Tras esto, se llevarán a cabo una serie de pruebas laboratoriales estándar: análisis de sangre, perfil bioquímico y urianálisis, entre otros. Por otro lado, las técnicas de imagen (como los rayos X y los ultrasonidos) serán de utilidad para detectar la inflamación esofágica per se. En algunos casos se utiliza un contraste para poder ver aún mejor el nivel de daños en el esófago.

Mediante endoscopia (introducción de una cámara con una sonda) se puede observar el tejido esofágico a la perfección. Este método confirmará el diagnóstico.

Tratamiento de la esofagitis en perros

Los casos leves de esofagitis no requieren tratamiento. Basta con cambiar un poco la dieta del can y mantener las revisiones al veterinario de forma habitual para evitar que se cronifique.

Por otro lado, los pacientes con una esofagitis grave requieren el uso de una sonda de gastrostomía para que la comida pueda pasar directamente al estómago sin dañar aún más al tejido esofágico. Se suelen recetar antibióticos de manera concomitante para que no ocurran infecciones bacterianas durante la recuperación.

Por otro lado, si la esofagitis es causada por el reflujo gastroesofágico, se buscará que el estómago produzca menos ácido para aliviar los síntomas. La administración de ciertos medicamentos antiácidos (como la Famotidina o la Ranitidina) suele ser suficiente en casi todos los casos.

Un veterinario mira la boca de un perro.

El pronóstico de esta condición es muy positivo y casi siempre se resuelve con la aplicación de antiácidos y cambios menores en la dieta. De todas maneras, en contadas ocasiones se requieren intervenciones quirúrgicas agresivas para atajar la esofagitis en perros. La detección temprana de los síntomas será clave para evitar que el can deba ser operado.


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