El perro callejero tiene sed y hambre: ¿Quién lo va a alimentar?

El perro callejero tiene sed y hambre: ¿Quién lo va a alimentar?

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 17 noviembre, 2017

“El perro callejero tiene sed y hambre: ¿Quién lo va a alimentar?”. Esta frase que es la que crea el tema de este artículo es lo que se preguntaron los promotores de una magnífica iniciativa en la ciudad de Quito en Ecuador hace un año: los comedogs, locales enfocados a alimentar al perro callejero. Y hoy, un año después, estas personas vuelven a hacerse esa misma pregunta pues los gobiernos han procedido al cierre.

Los comedogs de Quitumbe, Quito

perro callejero
Fuente: Facebook de Proyecto ComeDog

En la terminal de autobuses de Quitumbe se instalaron los primeros comedogs, que no son más que una pequeña garita donde se guarda agua y comida para los perros callejeros. El propósito de ellos era alimentar a los canes más desfavorecidos y demostrar que Ecuador tiene conciencia de la necesidad de estos animales y un gran amor hacia ellos.

Los comedogs empezaron a funcionar hace un año, y poco a poco llegaron más y más perros alcanzando la cifra de 40.

Tanto perros como viajeros estaban muy acostumbrados a la presencia del otro y no hubo queja alguna por parte de los transeúntes.

Esta fue una idea de la Fundación los amigos de Isabela, un refugio de animales en Ecuador que lucha día a día por ayudar a los más desfavorecidos, los perros callejeros. Conscientes de que no podrán terminar con el problema ponen todo su empeño en intentar ayudar en cuanto pueden.

Estos comederos incluyen unos dispensadores de comida en los que las personas que deseen pueden donar dinero para el alimento de los perros o, si lo desean, llevar alimento y agua para ellos.

Los comedogs, el hogar del perro callejero

Desde hace un año, cuando se instauraron estos comederos, los perros se han acostumbrado a estar en el césped cercano a la terminal de autobuses a esperar que Yolanda Alvarado venga a servirles alimento.

Se tumban bajo el sol, tranquilos y sin molestar a nadie, inmunes a los pasos y ruidos que los viajeros hacen. Solo se mueven cuando llega lo mejor del día según ellos: la sopa de Yolanda… Su olor es lo único que consigue atraer la atención de los canes y hacer que se muevan.

¿Quién es Yolanda Alvarado?

Es una señora que según ella misma cuenta fue criada para sentir un gran amor por los animales y lo está demostrando, ya que las donaciones no llegan para alimentar a estos cuarenta perros y ella lo está abonando de su bolsillo, unos 300 dólares mensuales.

Eso sin sumar los costes de taxis y transporte para llevar todo a la terminal, medicinas por si alguien los golpea y también todo el tiempo que invierte. Una buena persona sin duda.

El fin del comedog para el perro callejero

perro en la calle

La Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas ha decidido retirar estos comedogs aun contra todas las quejas de los animalistas.

Según la EPMMOP, esta decisión no ha sido tomada a la ligera sino basada en datos técnicos que demuestran la insalubridad de que haya tantos animales purulando por la zona.

Por otro lado, se basan en los siguientes razonamientos:

  • Los dispensadores solo deberían funcionar si son monitoreados. ¿Por qué? No lo ha explicado el autor de la idea, Fernando Arroyo, coordinador del Centro de Gestión Zoosanitario Distrital de Quito Urbanimal.
  • Si los dueños saben que hay un lugar donde sus animales serán alimentados, su conciencia no les remorderá tanto a la hora de abandonarlos y por tanto, el abandono de animales aumentará.
  • Otro problema que ven es que al alimentarlos se fomenta la reproducción de ellos que normalmente no están esterilizados y podrían llegar a causar enfermedades. ¿Sería mejor dejarlos morir?, se preguntan los animalistas. No hubo respuesta.

En Quito hay ubicados otros dos comederos que posiblemente serán quitados también. Esta decisión por parte de la EPMMOP ha causado un gran revuelo y se ha puesto en contra a todos los amantes de los animales.

Una bonita iniciativa con un final infeliz. ¿Será porque no aporta dinero al gobierno? Una pena que el perro callejero de Quito vuelva a su triste rutina.


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