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Biodiversidad y buenas prácticas agrícolas: ¿qué relación tienen?
La naturaleza, hoy en día, es en gran parte campos de cultivo con machas de vegetación. Para preservar la biodiversidad, se deben seguir varias prácticas que tengan esto en cuenta.

La mayoría de la biodiversidad de la Tierra está en ecosistemas altamente modificados, ya sean ciudades o zonas agrícolas. Por tanto, es necesario tener una adecuada gestión de las zonas agrarias en aras de la conservación de las especies animales y vegetales.
¿Qué acciones se pueden llevar a cabo para este fin? ¿Qué importancia tiene la buena práctica agrícola para la biodiversidad? Te contamos todo esto y mucho más en las siguientes líneas.
La naturaleza salvaje no existe
Detrás de esta controvertida afirmación, se esconde una realidad que muchas veces nos cuesta aceptar. La verdad es que, en muchos lugares de nuestro planeta, los ecosistemas están completamente modificados y en la práctica desaparecidos o, en su defecto, han sido sustituidos por campos de cultivo.
En ciertos lugares, por tanto, es importante ser consciente que lo que conocemos como «naturaleza» o «campo» es un entorno creado en gran medida por el ser humano, donde quedan unos pocos remanentes de verdadero paisaje sin modificar.
Estas pequeñas manchas de naturaleza son enormemente importantes para la biodiversidad allí presente. En resumen, lo que conocemos por naturaleza en muchos sitios es un sistema creado por el ser humano, cuyos remanentes naturales deben ser preservados.
Los servicios ecosistémicos son grandes aliados
Los servicios ecosistémicos son todo aquellos procesos o servicios que ofrece el ecosistema que puede beneficiar a los seres humanos. En ocasiones, nos olvidamos que vivimos en un sistema llamado planeta Tierra, cuyos procesos son la base de nuestra existencia.
Por ejemplo, una zona montañosa genera ríos que nos proveen de agua potable, un bosque sujeta el suelo y evita la erosión y los campos nutren a especies de las que nos alimentamos, entre otras cosas. Por tanto, muchos autores consideran necesario valorar estos servicios ecosistémicos como algo que nos dará beneficios económicos.
Algunas buenas prácticas agrícolas para la biodiversidad
Como veremos a continuación, existen una serie de prácticas agrícolas consideradas buenas para el medio ambiente o la biodiversidad. La mayoría de ellas son muy sencillas, apenas tienen coste y reportan un enorme beneficio para la fauna y flora existentes.
Asimismo, estas buenas prácticas pueden ayudar a la mejora de los cultivos agrícolas en sí mismos: proteger a la naturaleza nos permiten mantener los cultivos de forma estable en el tiempo.
La intensificación ecológica: un concepto clave
La intensificación ecológica es un conjunto de estrategias de gestión que persiguen mejorar las funciones ecosistémicas relacionadas con la producción de los cultivos, tales como la polinización.
Así pues, una herramienta de gestión agraria sostenible puede ser dejar una parte de los cultivos con hierba y plantas naturales. Esto es, una zona de vegetación natural donde pueden vivir los polinizadores.
Estos animales, como la abeja, acabarán polinizando los cultivos, hecho que mejora considerablemente su rendimiento. Este tipo de estrategias de intensificación ecológica se han probado muy útiles.
Aparte de los obvios beneficios de la polinización, se pueden dejar sin cultivar zonas poco óptimas para ello, con lo que se consigue un doble beneficio. En Inglaterra, un estudio demostró que las zonas con mayor porcentaje de plantas silvestres tenían un rendimiento hasta un 35 % mayor que las plantadas.
Los linderos naturales: un oasis para los animales
En este apartado, abordaremos la importancia que tienen los linderos para la biodiversidad. Un lindero es todo aquel margen entre campos de cultivo que mantiene vegetación silvestre.
Antes de la mecanización de la industria agrícola, estos linderos eran habituales en los campos de muchas zonas. Hoy en día, el uso de maquinaria hace que estos remanentes de vegetación natural sean un engorro para el paso de tractores y cosechadoras, por lo que se suelen eliminar.
Las políticas agrarias han tendido a concentrar las parcelas para mejorar el rendimiento, lo que en ocasiones ha provocado la desaparición de estas manchas de vegetación.
Así pues, la intensificación agrícola ha provocado la desaparición de lindes, que son un refugio para numerosas aves, mamíferos e insectos, esenciales para la dinámica del ecosistema. Si desaparecen estos pequeños oasis de naturaleza, a su vez perecen refugios para corzos, lobos, zorros y multitud de otros animales que viven en zonas agrícolas.
Sin embargo, las nuevas directivas agrarias de la Unión Europea promueven la creación de espacios naturales entre cultivos, lo cual puede ser una solución eficiente para mantener la fauna y flora silvestre de los campos.
Un uso razonable de los recursos
Por último, es importante destacar que, para que la agricultura sea respetuosa con el medio ambiente y los animales, es imprescindible hacer un uso razonable de los recursos que nos proporciona la naturaleza.
Así pues, es recomendable tener una agricultura que haga un uso razonable del agua que disponemos. En sitios con escasez o limitación de agua, es preferible la agricultura tradicional de secano.
El agua es el recurso más preciado, así como limitado. Así que, si hacemos un uso sostenible de la misma, los cultivos podrán mantenerse en el tiempo y aún sobrará este recurso para el ecosistema: tanto la naturaleza como nosotros ganaremos.
En conclusión, una agricultura sostenible y respetuosa con el medio ambiente puede reportarnos beneficios a nosotros y a la flora y fauna del planeta. Si respetamos los procesos naturales y no abusamos de los recursos, tanto los ecosistemas como los cultivos se beneficiarán.
Miguel Mata Gallego (Madrid, 1998) es graduando en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, curso que inició en el año 2016. Ha colaborado con el investigador del CSIC Mario Díaz en su proyecto de seguimiento de la fecundidad de las encinas en el Parque Nacional de Cabañeros. Durante toda su formación universitaria ha completado su estudio de idiomas extranjeros como el inglés, realizando un intercambio Erasmus en la Universidad de Ámsterdam en 2019. Desde muy joven, ha sentido interés por la Naturaleza y todos los procesos relacionados con ella, lo cual despertó su vocación. Asimismo siempre ha sido escritor aficionado, siendo premiado durante su formación escolar por sus relatos cortos. En el año 2020, Miguel cursará el Máster en Restauración de Ecosistemas, donde se preparará para en un futuro trabajar en el campo de la restauración ecológica en un momento en el que nuestro planeta afronta graves desafíos debido al cambio climático.