A mi gato no le gusta que le toquen las patas: ¿por qué?

Si a tu gato no le gusta que le toquen las patas es posible que debas descartar enfermedades antes que preferencias. Aquí te contamos cómo.
A mi gato no le gusta que le toquen las patas: ¿por qué?
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 02 agosto, 2022

Dar mimos a un minino es una de las cosas más gratificantes que existen. Sin embargo, quizá te has llevado algún arañazo si al gato no le gusta que le toquen las patas. ¿Por qué ocurre esto?

Averiguar las razones de esta negativa al contacto por parte del gato no solo es importante para conocerlo mejor, sino que puede ayudarte a detectar ciertas dolencias. En el siguiente artículo podrás profundizar en este aspecto del comportamiento felino, así que no te lo pierdas.

¿Por qué mi gato no deja que le toque las patas?

A la hora de acariciar a un gato hay ciertas zonas “prohibidas” en las que el contacto físico suele despertar respuestas aversivas. Aunque las conozcamos y tratemos de evitarlas, también debes descartar posibles lesiones o enfermedades a la hora de explicar estas conductas. A continuación tienes las razones más habituales por las que un gato no se deja tocar las patas.

No quiere aceptar a quien lo toca

Cada vez que tocas a tu gato, aunque no te des cuenta lo impregnas con tu olor. El felino es consciente de ello y lo tolera porque acepta a quien le acaricia. Por el contrario, si siente rechazo hacia la persona que le pone la mano encima o busca indicarle que le quiere fuera de su territorio, rehuirá el contacto o incluso lanzará un zarpazo.

Al gato no le gusta que le toquen las patas porque le duele

Una de las razones más básicas por las que a un gato no le gusta que le toquen las patas es que está sintiendo dolor. Es fácil sospechar de las lesiones siempre que haya sido un cambio brusco de comportamiento, pues si antes podías tocarle las patas y ahora no, quizá el felino tenga una herida abierta o internalizada.

A veces, las almohadillas de los gatos pueden sufrir heridas y no nos percatamos hasta que rechazan el contacto.

El lamido es una de las estereotipias en gatos comunes.

Porque no se le acaricia bien

Acariciar también es un arte. A nadie le gusta que le manoseen con demasiada fuerza, le estrujen o le den tirones en zonas delicadas, y los gatos no son una excepción. Si le causas malestar con unas caricias inadecuadas, lo más lógico es que el minino te rechace.

La mejor manera de acariciar a un gato es siempre a favor del pelo, con suavidad y evitando apresarlo con abrazos o agarrando sus patas. Las extremidades son zonas muy delicadas y los gatos las protegen instintivamente: son su medio de locomoción, caza, defensa y manipulación de objetos.

A tu gato no le gusta que le toquen las patas por traumas pasados

Si el gato ha sufrido algún traumatismo grave o accidente relacionado con sus extremidades, es muy probable que el recuerdo del dolor le empuje a proteger sus patas del contacto con los demás. Por instinto presiente que el acto le hará daño, así que lo esquiva.

Artrosis

La artrosis es una enfermedad degenerativa en la que el cartílago que recubre y protege a las articulaciones se desgasta hasta dejar expuesto el hueso. Cuando las 2 piezas óseas se rozan entre sí se pueden producir molestias al principio, pero si el cuadro sigue avanzando provoca mucho dolor.

Este padecimiento ocurre con mayor frecuencia a medida que el gato envejece. Su respuesta al contacto será el rechazo por este dolor y se acompañará de otros síntomas, como el descenso de actividad, la cojera, el acicalamiento excesivo de la pata o la falta de apetito.

Quiere proteger sus uñas

Las uñas de los gatos son unas de sus herramientas más valiosas para la supervivencia. Desde cazar y escalar hasta el juego, estas garras retráctiles son algo a proteger para los felinos por la utilidad que reportan.

Es habitual que estos animales se nieguen a que les toques las patas si tienen un instinto de autoprotección fuerte. Esto no quiere decir que te rechacen o que desconfíen de ti, sino que prefiere mantener sus herramientas a buen recaudo.

Porque no le gusta

Hay una razón mucho más sencilla que todas las que has leído en este apartado: simplemente, a tu gato no le gusta que le toquen las patas y por eso rehúye en ciertos momentos. Si has descartado enfermedades, problemas en vuestra relación y otras razones, lo más probable es que solo tengas que respetar sus gustos.

A mi gato no le gusta que le toquen las patas: ¿qué hago?

Puede que haya ocasiones en las que necesites tocar o manipular las patas de tu félido: cortar uñas, realizar curas o una simple inspección para asegurarte de todo está bien. Si al gato no le gusta que le toquen las patas, este proceso puede resultar difícil (incluso peligroso).

Para cuando no tengas más remedio que realizar un manejo de sus extremidades, aquí tienes algunos consejos con el fin de reducir el estrés del felino todo lo posible. No te los pierdas, pues te resultarán muy útiles:

  • Hacerlo cuando el gato esté tranquilo: intenta manipular al minino cuando esté relajado o incluso medio dormido, pues si tienes que hacerle algún procedimiento rápido es posible que ni se entere.
  • Acarícialo primero donde le guste: no empieces tocando las patas de tu gato, pues desconfiará al instante. En lugar de ello, acaricia suavemente las zonas que más le gusten para transmitirle calma y avanza progresivamente hacia las extremidades.
  • Colócate detrás del gato: aunque pueda parecer poco intuitivo, es mejor realizar las exploraciones y curas desde atrás o desde un lado, pues tener tus ojos delante mientras le haces algo desagradable puede ser amenazante para el felino.
  • Hazlo rápido: realiza lo más rápido posible el procedimiento, ya que el estrés del gato irá aumentando con el tiempo.
  • Ten paciencia: manejar un felino no es fácil. No pierdas la calma en ningún momento y entiende que para tu gato es un momento complicado.

Existe otro método que puede facilitarte las cosas: envolver al felino en una toalla o manta y dejar al descubierto la extremidad que necesites manipular. Sin embargo, es una técnica que debe realizarse correctamente para que el gato no se mueva y tampoco se asfixie, por lo que es mejor que la realice un profesional veterinario.

La mirada de un gato enfermo.

De hecho, cabe la posibilidad de que la única opción que te quede sea acudir a la clínica para que profesionales le realicen el procedimiento en las patas al minino. En ocasiones puede que sea necesaria una sedación o hacer el manejo entre 2 o más personas. Asegúrate de conocer bien a tu felino para escoger la opción más beneficiosa para él.


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  • Machicote, G. (2021). Guía Servet de Manejo Clínico. Prurito en perros y gatos: diagnóstico diferencial y manejo terapéutico. Edizioni LSWR.
  • Morales Vallecilla, C. A. (2016). Bases para el manejo del dolor en perros y gatos.
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