Un veterinario argentino fue a curar elefantes a África

Un veterinario argentino fue a curar elefantes a África

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 15 noviembre, 2017

Nicolás Davio es un joven veterinario argentino que fue a curar elefantes a África. Oriundo de Baradero, un municipio de la provincia de Buenos Aires, y medalla de oro al mejor promedio de graduados en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de La Plata, a los 37 años abandonó el quirófano donde operaba gatos y perros y se tomó un avión con destino a Kenya.

Leones y elefantes: del sueño a la realidad

elefante

Davio cuenta que, desde niño, soñaba con curar leones en el continente africano. Al final, terminó atendiendo a elefantes víctimas de la caza furtiva por el negocio del marfil.

Para lograr este objetivo, debió esperar 5 horas al día a lo largo de 2 semanas frente al despacho del director del Área de Veterinaria del Servicio de Fauna de Kenya, que recelaba de las intenciones de un argentino blanco y encima rubio.

Finalmente, le dio una oportunidad y así Davio pasó dos meses en el Parque Nacional de Tsavo, que cuenta con 250.000 hectáreas de extensión en las que hay 12.000 elefantes.

Nicolás Davio es un veterinario argentino que viajó a Kenya y se dedicó a atender a elefantes víctimas de la caza indiscriminada a causa del negocio del marfil.

La experiencia de curar elefantes

Davio se desempeñó como veterinario de campo y de guardería de estos gigantes que, víctimas del furtivismo, resultan heridos o quedan huérfanos.

Para la obtención del marfil, estos animales son expuestos a muertes crueles y violentas, generalmente a cargo de los nativos del lugar que, aunque por escaso dinero, se libran gustosos de ellos porque suelen destruir sus cultivos.

Una de las consecuencias más terribles de estas prácticas es la de los pequeños, que quedan traumados y desolados después de presenciar la terrible muerte de sus madres.

En ellos enfocó gran parte de su esfuerzo el veterinario argentino. Así, por su dedicada labor, logró una recomendación del director general del Servicio de Fauna, que le abrió las puertas para continuar su tarea para Kenya Wildlife Service, la entidad clave en la protección de los animales en ese país.

Los elefantes, víctimas de un negocio cruel

Las estadísticas señalan que cada 15 minutos se mata a un elefante en África, en busca del marfil de sus mal llamados colmillos, que en realidad son sus incisivos. Y, aunque estos animales habitan el continente desde hace 60 millones de años, corren el riesgo de desaparecer en el 2025 si no se interrumpe este ritmo de matanza.

Los elefantes son perseguidos por cazadores furtivos que se dedican a abastecer un mercado en crecimiento que reclama marfil para satisfacer a una nueva clase media asiática, a pesar de las restricciones a nivel mundial para el uso de este material.

Se estima que el marfil ilegal que logra incautarse es apenas una parte del volumen total que se contrabandea. Además, el número de decomisos aumentó en los últimos tiempos.

Usos del marfil

El marfil es un elemento muy preciado por culturas como la china. Se utiliza principalmente para la elaboración de:

  • Pulseras
  • Alhajeros
  • Utensilios de mesa
  • Figuras ornamentales
  • Teclas de piano
  • Fichas de dominó y ajedrez
  • Estatuillas
  • Mangos de cepillos

En defensa de los elefantes

elefantes

Gobiernos y organizaciones públicas y privadas se movilizan año a año con recursos y campañas para intentar detener las matanzas de elefantes y tratando de concienciar, sobre todo, a ciudadanos chinos y vietnamitas, para que cesen en las demandas de piezas de marfil.

Sin embargo, pese al trabajo de estas instituciones y de distintos profesionales y voluntarios, estos memoriosos gigantes de 7 toneladas, al igual que otros animales, continúan siendo víctimas de los distintos caprichos humanos.

Así es como estas inocentes criaturas son asesinados para obtener sus pieles, sus cueros o sus cuernos, que contienen propiedades supuestamente afrodisíacas. O son exhibidos como trofeos por  cazadores que los matan impunemente, y después dicen que lo suyo es un deporte.

En contraposición, existe el trabajo silencioso de muchos personas que, como Davio, aportan lo mejor de sí mismos para intentar paliar y revertir esta penosa situación.


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